Fuego: Representa nuestra energía vital y pasión; es lo que nos mueve y el movimiento, es energía activa y por tanto masculina; nos permite emprender proyectos, actuar y sobreponernos a las dificultades que encontramos en el camino. Es fuerza de voluntad, autoridad y liderazgo.
Agua: Es femenino, Representa nuestras emociones, el inconsciente y nuestra intuición. También la podemos identificar con todo lo afectivo y se expresa en su forma más alta como amor incondicional, compasión y aceptación por nosotros mismos y los demás.
Aire: Es masculino y activo. Representa el mundo de las ideas, lo racional, la lógica y las comunicaciones. Nos otorga cualidades como la determinación, la ambición, la objetividad y capacidad resolutiva. Nos permite visualizar lo que deseamos y dirigir a través de nuestra intención la energía para manifestar lo que deseamos.
Tierra: Es femenina y receptiva. Es la manifestación tangible de la energía; la podemos identificar con todo lo material, incluyendo nuestro cuerpo. Este elemento aporta a nuestro carácter disciplina, método y constancia para construir nuestros objetivos. Entiende los ciclos de manifestación, así que nos ayuda en los estados de gestación, crecimiento y maduración de todas las cosas, y a tener la paciencia suficiente para ver los resultados manifestados.
¿Cómo puedes identificar y equilibrar estas energías?
Si tu energía fuego está en exceso, puede ser que te cueste encontrar momentos para descansar, que estés reaccionando de manera agresiva, con muchos conflictos o que estés metido en muchos proyectos sin sentir que realmente estás avanzando para cumplir tus objetivos.
– Tu energía agua está manifestándose en exceso, puede ser que te sientas muy desequilibrado emocionalmente, deprimido y que no seas capaz de tomar iniciativa para nada.
–La energía aire está en exceso, pasas muchas horas pensando, imaginando, soñando, planeando, estudiando, leyendo, pero nada de eso que está en tu cabeza se manifiesta en tu realidad.
– Energía tierra está en exceso, puedes sentirte muy apegado a lo material o preocupado en exceso por cuestiones de dinero o gastando sin control.